viernes, 18 de enero de 2013

ALBERT BIERSTADT, PAISAJES ROCOSOS...

     

"La felicidad no brota de la razón sino de la imaginación."
(Immanuel Kant)





La grandiosidad de las montañas protagonistas de sus obras.



   No suele ser habitual que en las entradas que publico hable de pintura paisajista. La verdad que no es de los motivos  o temas dentro de la pintura con los que me suela sentir más identificada, quizás porque aún no he logrado ver algún paisaje que contenga algo que me llame realmente la atención para querer pintarlo. Ciertamente veo imágenes que me gustan, pero que no contienen ese algo que necesito.






   Para romper un poco con este habito o costumbre, hoy voy a hablar de uno de los pintores que resultaron más importantes para la pintura paisajista.





Obra de Bierstadt.




Me refiero a Albert Bierstadt, hijo de inmigrantes alemanes que se afincaron en Estados Unidos cuando Albert tan sólo tenía 2 años. Albert llega al mundo el 7 de Enero de 1830, para dejarnos unas obras que representan lo mejor de las montañas rocosas y del Oeste americano.



Albert Bierstadt uno de los mejores paisajistas.




      Bierstadt regresó a Alemania en 1853 para junto a Johann Peter Hasenclever, gran pintor y pariente lejano, aprender y descubrir nuevos mundos dentro de la pintura e ir más aya de su aprendizaje autodidacta hasta entonces. La sorpresa fue cuando al llegar a Alemania supo de Hasenclever falleció meses antes. Gracias a unos amigos, Bierstadt estudió pintura paisajista en la Kunstakademie.


En un viaje que realizó en 1859 junto con un equipo de topografía al Oeste, las escenas que contempló le sirvieron para sus trabajos futuros.





Las montañas cobran vida en las obras de Bierstadt.



   Algo muy característico de sus obras son sus grandes dimensiones y que como ya he dicho antes, estaban muy presentes las montañas rocosas que nos observan desde su grandiosidad.

   Su trabajo, que fue tan reconocido, se vio un tanto mermado debido al cambio en los gustos de la sociedad de la época, ya que los gustos comenzaron a decantarse más por el impresionismo. Esto hizo que Albert Bierstadt cayera en el más absoluto de los olvidos.


   Murió en New York en 1902, ciudad que alberga algunas de obras en el Museo Metropolitano de Arte.



Los celajes en sus obras son muy característicos.





   Expuso en la National Academy of Design, donde fue elegido miembro honorario.

   Gracias a sus viajes, Bieerstadt logró plasmar la belleza que la naturaleza nos ofrece, paisajes que perdurarán a lo largo de los años, ya que a pesar de caer en el olvido, sus obras se exponen en los mejores Museos del mundo, volviendo a recobrar la importancia que Bierstadt tuvo y tendrá.



Bierstadt tenía pasión por la vida en las montañas.





   El pintor de escenas rocosas, donde las montañas son las grandes protagonistas, escenas que nos ofrecen una gran profundidad donde las luces y las sombras juegan un papel muy importante. Escenas acompañadas en ocasiones de nubes que acontecen a una gran tormenta. En ocasiones integraba animales o figuras humanas, algo que hace que veamos la grandiosidad de sus paisajes y montañas.

  


Bierstadt da vida a las montañas en sus obras.






   Y que mejor que la naturaleza para practicar el deporte. Como ya he comentado en alguna ocasión antes realizaba escalada en roca, la sensación es buenísima, campo abierto y el contacto con la roca. Ahora he descubierto ya hace algún tiempo lo que es salir a correr, y es una de las mejores cosas que me he propuesto, ya que libera la mente de una forma increíble. El cansancio que sufre el cuerpo después de realizar un deporte es una sensación de relax, algo que anteriormente ha supuesto un gran esfuerzo e incluso "sufrimiento" da como resultado final una gran recompensa. Los comienzos siempre son duros, pero poco a poco dan sus frutos, madrugar a las mañanas bien pronto con el frío de la niebla y recorrer unos 7 ó 12 km. es una buena forma de comenzar el día.





   Los días en que más me gusta salir a correr son curiosamente los días en los que llueve y lo mejor ya, los días en los que nieva. La sensación del frío de la nieve, la blancura del ambiente y el caer de los copos es único (siempre y cuando el asfalto, lógicamente, esté apropiado para ello).

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